El secreto de Fátima y el atentado contra San Juan Pablo II
Llama la atención al caminar hacia la Basílica de San Pedro una placa blanca con el escudo papal y una fecha en números romanos que se encuentra en unos adoquines diferentes al resto en el lateral derecho de la Columnata de Bernini . Esta placa indica el lugar y la fecha exactos en los que el Papa Juan Pablo II fue alcanzado por cuatro balas, el 13 de mayo de 1981.
En ese entonces, el Papa llegaba a una plaza de San Pedro llena de gente cuando fue sorprendido por cuatro disparos que lo alcanzaron en el estómago, el brazo derecho y la mano izquierda. Aunque una monja y varios testigos lograron que el autor del ataque, el turco Mehmet Ali Ağca, dejara de disparar, el Papa Juan Pablo II perdió mucha sangre y tuvo que ser trasladado al hospital.
La ambulancia en la que fue llevado tuvo que viajar en sentido contrario debido a que la sirena estaba rota. El atacante fue capturado por el jefe de seguridad del Cuerpo de Gendarmería de la Ciudad del Vaticano y, en sus declaraciones, Ağca contó que se encontró con tres cómplices al llegar a Roma: un compatriota turco y dos búlgaros. Afirmó que la operación estaba liderada por Zilo Vassilev, un militar búlgaro que residía en Italia. Según Vassilev, la misión le había sido encargada por el mafioso turco Bekir Çelenk en Bulgaria.
El atentado tuvo lugar un 13 de mayo, el día en que la Iglesia celebra a la Virgen de Fátima, cuya protección salvó la vida del entonces Papa. Fue el dedo del Papa el que desvió una de las balas, lo que evitó que el disparo fuera mortal. San Juan Pablo II explicó que cuando fue alcanzado por la bala, no se dio cuenta de que era el aniversario del día en que la Virgen se apareció a tres niños en Fátima.
Fue su secretario personal quien le informó después de la operación que le habían extraído un proyectil del intestino. Durante su recuperación, San Juan Pablo II estudió los informes de las apariciones de Fátima y, un año después del atentado, viajó por primera vez a su santuario en Portugal para agradecer a la Virgen por su intervención para salvar su vida y restablecer su salud. En 1984, el Papa Wojtyla formalizó su devoción y agradecimiento a la Virgen donando la bala que le extrajeron al santuario de Fátima.
La bala fue engarzada en la aureola de la corona de la imagen y el papamóvil en el que se encontraba en el momento del ataque se muestra hoy en los Museos Vaticanos.
En el 25 aniversario del atentado, el Papa Benedicto XVI recordó el momento y afirmó que Juan Pablo II sintió que había sido salvado milagrosamente por la intervención de «una mano materna». Todo su pontificado estuvo marcado por lo que la Virgen había anunciado en Fátima: «Al final mi Corazón Inmaculado vencerá».
El Papa Juan Pablo II también estudió los informes de las apariciones de la Virgen de Fátima durante su convalecencia, y un año después del atentado, viajó por primera vez al santuario de Fátima en Portugal para agradecer a la Virgen por salvar su vida y restablecer su salud.
En 1984, el Papa formalizó su devoción y agradecimiento a la Virgen al donar al santuario de Fátima la bala que le habían extraído, y que fue engarzada en la aureola de la corona de la imagen. Además, el papamóvil en el que se encontraba en el momento del ataque se exhibe hoy en los Museos Vaticanos.
El 14 de mayo de 2006, cuando se cumplían 25 años del atentado, el Papa Benedicto XVI recordó el evento y declaró que «Juan Pablo II sintió que había sido salvado milagrosamente de la muerte por la intervención de ‘una mano materna’, como él mismo dijo, y todo su pontificado estuvo marcado por lo que la Virgen había anunciado en Fátima: ‘Al final mi Corazón Inmaculado vencerá'».
El ataque también se ha relacionado con el Tercer Secreto de Fátima, en el que la Virgen reveló a los pastores Lucía, Jacinta y Francisco que «el Santo Padre, postrado de rodillas a los pies de la Cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas».
La Congregación para la Doctrina de la Fe ha interpretado este secreto como «el sufrimiento de la humanidad antes de las guerras mundiales, la persecución de la Iglesia (incluyendo el intento de asesinato de Juan Pablo II), los sacrificios de los mártires, la penitencia, el llamado a la conversión y la esperanza de la salvación».
Finalmente, es importante destacar el valor del perdón que demostró Juan Pablo II al expresar públicamente su perdón al turco en varias oportunidades, y al reunirse con él en la cárcel de Rebibbia en Roma en diciembre de 1983, donde Agca preguntó al Santo Padre cómo era posible que sus disparos no hayan acabado con su vida.
En 2013, Agca publicó el libro «Me prometieron el paraíso. Mi vida y la verdad sobre el atentado al Papa», donde culpó al ayatola Jomeini de Irán de haber ordenado el ataque, pero esta afirmación fue desmentida por el P. Federico Lombardi, en ese momento vocero vaticano, quien advirtió que el turco había reinventado la conversación que tuvo con San Juan Pablo II.
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