Toledo se enfrenta a la Diócesis en una batalla legal por la demolición de una iglesia histórica
Toledo, Ohio – En un caso que está captando la atención tanto de la comunidad religiosa como de expertos legales, la ciudad de Toledo y la Diócesis de Toledo están en medio de una controversia sobre la demolición de una iglesia histórica. La iglesia del Sagrado Corazón, un majestuoso edificio de 118 años de antigüedad, se ha convertido en el epicentro de una disputa que podría sentar precedentes legales significativos en lo que respecta a la libertad religiosa y los derechos de propiedad.
El conflicto comenzó cuando la Diócesis de Toledo, encabezada por el obispo Daniel Thomas, decidió cerrar la iglesia debido a la disminución del número de feligreses y a los elevados costos de mantenimiento. El edificio, que se erige como un testimonio de la devoción de los inmigrantes católicos del este de Toledo desde su construcción en 1906, ha quedado en desuso, y la diócesis considera que la demolición es la única opción viable. Según la diócesis, el costo de las reparaciones necesarias supera el millón de dólares, una cifra inalcanzable para la parroquia.
Sin embargo, el Consejo de la Ciudad de Toledo no está dispuesto a dejar que el edificio sea demolido sin más. El 17 de julio, el consejo aprobó por unanimidad una ordenanza que impone una moratoria de un año para la demolición de edificios de «importancia histórica comunitaria». Esta medida, aunque no menciona directamente a la iglesia del Sagrado Corazón, parece estar dirigida específicamente a evitar su demolición.
La ordenanza define como «estructuras de importancia histórica comunitaria» a aquellos edificios que tienen más de 75 años y que han servido como lugares de reunión para la comunidad, incluidos centros culturales y lugares de culto. La medida fue promovida por la concejal Theresa Gadus, quien representa el vecindario donde se encuentra la iglesia. Gadus argumenta que es esencial preservar el patrimonio histórico de la ciudad como parte de su visión para el futuro de Toledo.
Pero la diócesis ha respondido con firmeza, calificando la moratoria como «sorprendente y preocupante» y alegando que es «inconstitucional y facialmente inválida». En un comunicado emitido el 30 de julio, la diócesis advirtió que si la ciudad insiste en mantener la moratoria, no tendrán más remedio que emprender acciones legales para proteger sus derechos bajo la Primera Enmienda, lo que podría resultar en elevados costos legales para los contribuyentes de la ciudad.
La cuestión central del conflicto radica en si la moratoria de demolición infringe la libertad religiosa de la diócesis bajo la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos y si viola una ley federal conocida como la Ley de Uso Religioso de la Tierra e Instituciones Personales Institucionalizadas de 2000. Esta ley ofrece a las iglesias y a otras instituciones religiosas protecciones especiales contra las restricciones de zonificación locales que interfieran con sus prácticas religiosas.
Expertos legales coinciden en que el caso podría ser un terreno fértil para litigios. Rebecca Tushnet, profesora de la Facultad de Derecho de Harvard y experta en la Primera Enmienda, sugiere que la disputa podría llegar a los tribunales y ser un caso relevante en el contexto actual de jurisprudencia sobre la libertad religiosa. Otros expertos señalan que la diócesis podría tener un caso plausible bajo la ley federal, aunque no necesariamente garantizado.
Por otro lado, miembros de la comunidad local, como Larry Michaels, historiador de la Sociedad Histórica del Este de Toledo, entienden ambos lados del debate. Michaels aprecia la belleza arquitectónica del Sagrado Corazón y su importancia como un pilar histórico en un vecindario que ha sufrido tiempos difíciles pero que está en proceso de recuperación. Argumenta que, con el tiempo, la congregación podría revitalizarse y que la demolición de la iglesia podría ser un golpe para el resurgimiento de la comunidad.
Sin embargo, la diócesis mantiene su postura de que la demolición es la única opción viable, dado el estado deteriorado del edificio y la falta de fondos para su restauración. El obispo Thomas, en la última misa celebrada en la iglesia del Sagrado Corazón el pasado 6 de enero, expresó su tristeza por la decisión, pero subrayó que la misión de la iglesia va más allá de preservar edificios; su verdadera labor es la salvación de almas.
A medida que la situación se desarrolla, el futuro de la iglesia del Sagrado Corazón pende de un hilo, con implicaciones que podrían extenderse más allá de Toledo y afectar cómo se manejan los edificios religiosos históricos en todo el país. La comunidad sigue esperando una resolución que equilibre el respeto por el patrimonio histórico y la libertad religiosa con las realidades económicas y legales del mantenimiento de tales estructuras.
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