Y si me preguntas por qué medios se alcanza tan poderoso y tan noble afecto de devoción, a esto responde el mismo Doctor, diciendo que por la meditación y contemplación de las cosas divinas: porque de la profunda meditación y consideración de ellas, redunda este efecto y sentimiento en la voluntad, que llamamos devoción, el cual nos incita y mueve a todo bien: y por esto es tan alabado y encomendado este santo y religioso ejercicio de todos los Santos, porque es medio para alcanzar la devoción; la cual aunque no es más que una sola virtud, nos habilita y mueve a todas las otras virtudes, y es como un estímulo general para todas ellas; y si quieres ver como esto es verdad, mira cuan abiertamente lo dice el glorioso San Buenaventura por estas palabras: Si quieres sufrir con paciencia las adversidades y miserias de esta vida, seas hombre de oración. Si quieres alcanzar la virtud y fortaleza para vencer las tentaciones del enemigo seas hombre de oración. Si quieres mortificar tu propia voluntad con todas sus aficiones y apetitos, seas hombre de oración.
Si quieres conocer las astucias de Satanás y defenderte de sus engaños, seas hombre de oración. Si quieres vivir alegremente y caminar con suavidad por el camino de la penitencia, seas hombre de oración. Si quieres alejar de tu alma las moscas importunas de los vanos pensamientos y cuidados, seas hombre de oración. Si la quieres sustentar con la grosura de tu devoción y traerla siempre llena de buenos pensamientos y deseos, seas hombre de oración. Si quieres fortalecer y confirmar tu corazón en el camino de Dios, seas hombre de oración.
Finalmente, si quieres desarraigar de tu ́anima todos los vicios y plantar en su lugar las virtudes, seas hombre de oración, porque en ella se recibe la unión y gracia del Espíritu Santo, la cual enseña todas las cosas. Y además de esto, si quieres subir a la alteza de la contemplación y gozar de los dulces abrazos del Esposo, ejercítate en la oración, porque ́este es el camino por donde sube el ́anima a la contemplación y gusto de las cosas celestiales. ¿Ves pues de cuánta virtud y poder será la oración? Y para prueba de todo lo dicho (dejando aparte el testimonio de las Escrituras Divinas) esto basta ahora por suficiente prueba, que hemos oído y visto y vemos cada d ́ıa menos personas simples las cuales han alcanzado estas cosas susodichas y otras mayores mediante el ejercicio de la oración.
Hasta aquí son palabras de San Buenaventura.
¿Pues qué tesoro ni qué tienda se puede hallar más rica, y más llena, que ésta? Oye también lo que dice a este proposito otro muy religioso y santo Doctor, hablando de esta virtud. En la oración -dice él- se limpia el ́anima de los pecados, apaciéntase la Caridad, certifícase la Fe, fortalécese la Esperanza, al egrase el espíritu, derrítense las entrañas, purifícase el corazón, descúbrese la verdad, véncese la tentación, huye la tristeza, renuévanse los sentidos, repárase la virtud enflaquecida, despídese la tibieza, consúmese el orín de los vicios y en ella no faltan centellas vivas de deseos del Cielo, entre los cuales arde la llama del Divino amor. Grandes son las excelencias de la oración, y grandes
son sus privilegios: a ella están abiertos los Cielos, a ella se descubren los secretos, y a ella están siempre atentos los oídos de Dios.
Esto basta ahora para que en alguna manera se vea el fruto de este santo ejercicio.
(Tratado de Oración de San Pedro de Alcantara)