• 11/03/2025

Tratado de la Oración y la meditación de San Pedro de Alcántara

Fray Pedro de Alcántara, fraile menor de la Orden
del Bienaventurado San Francisco.
Capítulo I
Tratado de la Oración.
Del fruto que se saca de la Oración y la Meditación.
Porque este Tratado breve habla de Oración y Meditación, ser ́a bien decir en pocas palabras el fruto que de este santo ejercicio se puede sacar, porque con más alegre corazón se ofrezcan los hombres a ́el. Notoria cosa es que uno de los mayores impedimentos que el hombre tiene para alcanzar la ́ultima felicidad y bienaventuranza, es la mala inclinación de
su corazón, la dificultad y pesadumbre que tiene para obrar bien: porque a no estar ́esta de por medio, facilísima cosa sería correr por el camino de las virtudes y alcanzar el fin para que fue criado. Por lo cual dijo el Apóstol: Huélgome con la Ley de Dios, según el hombre interior; pero siento otra ley e inclinación en mis miembros, que contradice a la ley de mi espíritu, y me lleva tras sí cautivo a la ley del pecado.
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Esta es, pues, la causa m ́as universal que hay de todo nuestro mal. Pues para quitar esta pesadumbre y dificultad y facilitar este negocio, una de las cosas que m ́as aprovecha es la devoción; porque como dice Santo Tom ́as, no es

otra cosa la devoción sino una prontitud y ligereza para bien obrar, la cual despide de nuestra ́anima toda esta dificultad y pesadumbre, y nos hace prontos y ligeros para todo bien, porque es una refección espiritual, un refresco y rocío del Cielo, un soplo y aliento del Espíritu Santo y un afecto sobrenatural, el cual de tal manera regala, esfuerza y transforma el corazón del hombre, que le pone nuevo gusto y aliento para las cosas espirituales, y nuevo disgusto y aborrecimiento de las cosas sensuales, lo cual nos muestra la experiencia de cada día, porque al tiempo que una persona espiritual sale de alguna profunda y devota oración, all ́ı se le renuevan todos los buenos propósitos, allí son los fervores y allí el deseo grande de agradar y amar a un Señor tan bueno y tan dulce como allí se le ha mostrado, y de padecer nuevos trabajos y asperezas, y a ́un derramar su sangre por El. Y finalmente reverdece y se renueva la frescura de nuestra ́anima.

Y si me preguntas por qué medios se alcanza tan poderoso y tan noble afecto de devoción, a esto responde el mismo Doctor, diciendo que por la meditación y contemplación de las cosas divinas: porque de la profunda meditación y consideración de ellas, redunda este efecto y sentimiento en la voluntad, que llamamos devoción, el cual nos incita y mueve a todo bien: y por esto es tan alabado y encomendado este santo y religioso ejercicio de todos los Santos, porque es medio para alcanzar la devoción; la cual aunque no es más que una sola virtud, nos habilita y mueve a todas las otras virtudes, y es como un estímulo general para todas ellas; y si quieres ver como esto es verdad, mira cuan abiertamente lo dice el glorioso San Buenaventura por estas palabras: Si quieres sufrir con paciencia las adversidades y miserias de esta vida, seas hombre de oración. Si quieres alcanzar la virtud y fortaleza para vencer las tentaciones del enemigo seas hombre de oración. Si quieres mortificar tu propia voluntad con todas sus aficiones y apetitos, seas hombre de oración.

Si quieres conocer las astucias de Satanás y defenderte de sus engaños, seas hombre de oración. Si quieres vivir alegremente y caminar con suavidad por el camino de la penitencia, seas hombre de oración. Si quieres alejar de tu alma las moscas importunas de los vanos pensamientos y cuidados, seas hombre de oración. Si la quieres sustentar con la grosura de tu devoción y traerla siempre llena de buenos pensamientos y deseos, seas hombre de oración. Si quieres fortalecer y confirmar tu corazón en el camino de Dios, seas hombre de oración.

Finalmente, si quieres desarraigar de tu ́anima todos los vicios y plantar en su lugar las virtudes, seas hombre de oración, porque en ella se recibe la unión y gracia del Espíritu Santo, la cual enseña todas las cosas. Y además de esto, si quieres subir a la alteza de la contemplación y gozar de los dulces abrazos del Esposo, ejercítate en la oración, porque ́este es el camino por donde sube el ́anima a la contemplación y gusto de las cosas celestiales. ¿Ves pues de cuánta virtud y poder será la oración? Y para prueba de todo lo dicho (dejando aparte el testimonio de las Escrituras Divinas) esto basta ahora por suficiente prueba, que hemos oído y visto y vemos cada d ́ıa menos personas simples las cuales han alcanzado estas cosas susodichas y otras mayores mediante el ejercicio de la oración.
Hasta aquí son palabras de San Buenaventura.
¿Pues qué tesoro ni qué tienda se puede hallar más rica, y más llena, que ésta? Oye también lo que dice a este proposito otro muy religioso y santo Doctor, hablando de esta virtud. En la oración -dice él- se limpia el ́anima de los pecados, apaciéntase la Caridad, certifícase la Fe, fortalécese la Esperanza, al egrase el espíritu, derrítense las entrañas, purifícase el corazón, descúbrese la verdad, véncese la tentación, huye la tristeza, renuévanse los sentidos, repárase la virtud enflaquecida, despídese la tibieza, consúmese el orín de los vicios y en ella no faltan centellas vivas de deseos del Cielo, entre los cuales arde la llama del Divino amor. Grandes son las excelencias de la oración, y grandes
son sus privilegios: a ella están abiertos los Cielos, a ella se descubren los secretos, y a ella están siempre atentos los oídos de Dios.
Esto basta ahora para que en alguna manera se vea el fruto de este santo ejercicio.
(Tratado de Oración de San Pedro de Alcantara)

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